HAY QUE PONER LAS TABLAS
Allo está situado en la falda sur de Montejurra. Pues bien, dada su ubicación, siempre ha vivido, de alguna manera, pendiente de si las negras nubes de tormenta descargan en esa zona de la histórica montaña y en qué medida lo hacen. Si la tormenta era de una magnitud un tanto consistente ya no había más remedio que colocar las tablas en las puertas de las viviendas pues en poco tiempo era seguro que bajaba “la riada”. Había que intentar proteger las viviendas, en la medida de lo posible, del agua embarrada. Este remedio no siempre ha resultado efectivo pues estaba en función de la cantidad de agua que tuviese a bien discurrir por el centro del pueblo. Las más de las veces era suficiente protección pero, si la cantidad de agua que llegaba era considerable, las viviendas se veían inundadas con todas las incomodidades que esto suponía. Ahora en estos últimos tiempos no son tan habituales las riadas, aunque nunca estemos libres de esos aconteceres. En cualquier caso ha quedado la costumbre, sobre todo en la parte baja del pueblo de tener siempre dispuestas estas tablas “salvadoras” por si acaso.
Pero no voy a escribir sobre las tormentas que suelen descargar en la falda sur de Montejurra y las consecuentes riadas que en el transcurso de los años hemos vivido y padecido los vecinos del pueblo, algunas de ellas con daños irreparables, y que por muchos años que vivamos nunca olvidaremos. Citemos por ejemplo la del 52 cuyas imágenes uno nunca olvidó a pesar de que apenas nos llevábamos vividos cuatro años por aquel entonces.
A lo que hoy quiero referirme es a esa otra riada que se avecina sobre el pueblo y que no solamente va a afectar a los vecinos de la parte baja del mismo. Quiero referirme a esa otra riada que entendemos se avecina porque los negros nubarrones de los recortes en sanidad ya están descargando propuestas de reformas en el quehacer diario del centro de salud. Reformas que, si se llevan a cabo, van a cambiar nuestra forma de ser atendidos incluso con posibles e importantes riesgos para nuestra salud. Riada que va a afectar a ocho pueblos con una población de unos 5.000 habitantes y con pueblos como Lerín e incluso Allo con una distancia superior a 20 kilómetros hasta las urgencias hospitalarias teniendo que atravesar Estella hasta llegar al Hospital por lo que el tiempo de respuesta es ante una urgencia, entendemos, demasiado largo.
Uno de los puntos más polémicos de este avance de propuestas de posibles cambios y que uno entiende que más puede afectar a los usuarios es la vuelta al sistema de guardias localizadas en vez de las guardias presenciales. Es decir, dicho de otra manera. Ahora mismo el médico y personal sanitario que está de guardia se encuentran físicamente en el centro de salud, por lo que cuando se requiere de sus servicios ante una emergencia, inmediatamente toma sus bártulos y se dirigen al domicilio que sea, al lugar donde hayan sido requeridos. El tiempo de respuesta es mínimo. Pues bien, si se vuelve a las guardias localizadas a partir de una determinada hora ( uno, a estas alturas, no sabe si desde las tres de la tarde o desde las ocho de la noche pues en prensa apareció una cosa y en informes hemos podido leer otra) el médico y personal sanitario puede encontrarse en cualquier punto de área de salud, en cualquier pueblo de los que atiende el área de salud, por lo que una vez reciben el aviso, tienen que desplazarse al centro de salud coger el material necesario y acudir al domicilio o lugar donde se ha requerido su presencia. Como se puede suponer el tiempo de respuesta puede ser el doble o el triple.
Esto dicho así puede parecer llevarnos a pensar “que bueno no será tan grave”. Además con coger el coche y desplazase o desplazar al enfermo a urgencias al hospital de Estella, ya está. Si ya, y ¿el que no tiene coche, ni hijo o allegado que le pueda llevar y que además esté en ese momento disponible? Claro que además puede pasar que las urgencias del hospital nos las encontremos colapsadas. El problema es más duro que todo eso. Digámoslo con toda la crudeza y claridad, si se establece las guardias localizadas corremos el riesgo de estar a 50 metros del centro de salud o a cinco minutos del mismo y tener que auto-despedirnos de este mundo sin remedio. Claro y esto porque a alguien se le ocurrió un día reformar, recortar, desentenderse del tema o lo que fuere. Allá cada cual con su responsabilidad.
No, no se trata de conseguir algo que no tenemos. Se trata de defender algo que ya tenemos y nos lo quieren quitar. ¿Qué hay que hacer recortes? Que no te engañen. En eso no, y por la puerta falsa menos. Uno que habitualmente no gusta de utilizar la manida frase de “tenemos lo que nos merecemos” por el derrotismo que desprende, en estas situaciones se agarra más bien a aquello de que uno tiene aquello por lo que lucha y no tiene aquello por lo que no lucha.
Creo que era el sindicato de médicos de esta tierra nuestra quien decía ayer que volver a la guardia localizada era un retroceso y que de cara a los profesionales era una vuelta a condiciones laborales del siglo pasado. Igualmente afirmaban que “solo un análisis sosegado y reflexivo consensuado entre pacientes, profesionales, gestores y políticos puede ser efectivo”. Estamos en gran medida de acuerdo. Y dispuestos a aportar lo que sea necesario para que pueda ser. Para que no se retroceda a tiempos de Maricastaña.
Se entenderá pues porqué uno desde hace varias semanas pidió en pleno municipal se diesen pasos de cara a estar al loro sobre tema de la reforma sanitaria. Nos hubiese gustado que de alguna manera el ayuntamiento de Allo, junto con los profesionales sanitarios, estuviese liderando en este momento cuantas acciones informativas y de cualquier tipo fuesen necesarias y estuviesen encaminadas a evitar ese deterioro previsible de la atención sanitaria en nuestra área de salud. Hasta el momento no ha sido así. No sé si será posible en un futuro pero que quede claro, una vez más, nuestra disposición a apoyar todas aquellas acciones encaminadas a defender aquello por lo que otros lucharon para tener hoy lo que tenemos. Por nuestra parte no estamos por admitir ni el más mínimo deterioro en la atención sanitaria de la zona y desearíamos que las fuerzas políticas municipales se posicionasen en este sentido. Si es así nos encontrarán jugando el mismo partido pues entendemos ha llegado la hora de colocar las defensas contra la riada. Es hora de poner las tablas. Contra esta riada hay que poner las tablas de la democracia, una vez más.
José Luis Ochoa