PROTESTA
Y DEMOCRACIA
Digamos
de entrada que entendemos que el derecho a la protesta es un derecho
democrático más. No vaya a ser que de tanto oírles a los políticos de turno
durante un día sí y otro también, arropados por los pregoneros afines, decir
auténticas burradas sobre los que protestan en la calle lleguemos a pensar que manifestar lo que uno
crea conveniente sobre el quehacer de los políticos no es democrático. Los
ciudadanos tenemos derecho a expresar públicamente nuestro estado de malestar
con respecto la gestión de los responsables políticos y el único límite a esta
expresión es el respeto a otros derechos individuales y colectivos. Estamos
asistiendo últimamente al escrache que se moviliza sobre dirigentes del PP para
presionarles con el objetivo de que cambien la legislación sobre desahucios y nos guste
mucho, poco o nada, si no se vulnera
derecho alguno de esas personas, de esos dirigentes, habrá que convenir que no es ilegal.
Entendemos
pues que se puede e incluso se debe presionar a los diputados siempre que esa
presión sea legítima, no violenta, etc. Es más, pensamos que esto debería
satisfacer a cualquier demócrata que se precie porque es un perfeccionamiento
democrático. Callar, no enterarse de nada y no querer saber nada de nada porque
a mi todavía no me han pisado el callo eso sí que no es democrático. Por otro
lado, nos resulta difícil de admitir como comportamiento democrático esa defensa numantina y partidaria, como si
fuese una sola persona la que tuviese capacidad de pensar en el redil del partido político de turno,
amparada con lo que se suele llamar la disciplina de voto. Por eso a quienes
creemos que el voto ha de ser libre incluso en el quehacer político eso de la
disciplina de voto nos parece una aberración democrática. Claro que mientras
los diputados que son elegidos bajo el paraguas de unas siglas partidistas
estén obligados a firmar una carta de dimisión que el partido, llegado el
momento, utilizará si no cumple con la disciplina de voto y dado el apego que
indudablemente se aprecia en los políticos a su poltrona, uno sospecha que
estaremos para largo inmersos en esa aberración democrática que entendemos es
la disciplina de voto.
Nos
parece pues que las protestas llamadas escrache mientras se desarrollen
alejadas de la violencia son, desde el punto de vista democrático, totalmente
legales, se pongan como se pongan, digan lo que digan y utilicen los medios que
quieran para criminalizarlas, desprestigiarlas o lo que quieran. Lo que no
entendemos como legitimo en muchos casos es el comportamiento de los bancos,
incluso los rescatados con dinero público, y el manejo que han hecho los
depredadores de la democracia de la iniciativa legislativa popular (ILP) contra
la ley de desahucios incluso después de haberles llamado la atención desde la
comunidad económica europea.
Es
evidente que todos los días hay gente que protesta en la calle y, por otra
parte, lo que no podemos menospreciar es el hecho de que según las encuestas el
91% de los españolitos piensa que hay motivo para ello. Nos preocupan estos
datos y sobre todo nos preocupa que los depredadores de la democracia estén
decididos a criminalizar plataformas como la de antideshaucios (PAH). Conseguir
millón y medio de firmas no es poco de pavo. ¿Será esto un preámbulo de un
movimiento social de gran calado? Nos tememos que sí y motivos parece que la
ciudadanía está convencida que hay más que suficientes.
Por
otra parte parece que lo que se ha dado en llamar interlocutores tradicionales
(partidos políticos, sindicatos, ongs, etc.) están perdiendo el paso y se están
quedando en la interpretación de un papel más que secundario en toda esta
movida mientras el problema de la corrupción ya es el segundo que más preocupa
a la ciudadanía.
Por
eso cuando el socialdemócrata Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión
Europea, español y socialista para más señas, el otro día manifestaba la
conveniencia de que "los ciudadanos contribuyan, bien como depositantes,
accionistas o contribuyentes", al pago de los rescates nos indignamos un
poco más y constatamos de nuevo la divergencia existente entre el ciudadano y
los políticos, amén de la injusticia que se sigue cometiendo sin ningún rubor
por parte de quienes están al servicio del capital. Pero, ¿no estamos pagando
ya? ¿No se han bajado los sueldos, las
pensiones, se ha aumentado el copago de los medicamentos, se ha subido el IVA,
etc.? ¿No se han reducido las ayudas a la educación suprimiendo becas y
personal educativo? ¿No se está privatizando la sanidad sin justificación
alguna? ¿El tener que esperar 131 días para ser atendido para una intervención quirúrgica es normal? ¿No ha
aumentado el paro a unos niveles tales que están obligando a la juventud, y no
solo a la juventud, a abandonar este país con el deterioro de futuro que esto
supone para esta piel de toro? ¿Qué más quieren, la mitad de los ahorros de los
pequeños depositantes?
Claro
que protestar es democrático. Faltaría más. Estamos cada día más hartos y de
alguna manera habrá que canalizar este hartazgo. Que el escrache les ofende y
no les parece democrático, pues a nosotros lo que no nos parece democrático es
cargarse la democracia imponiéndonos desde arriba todo aquello que les da la
gana incumpliendo todo lo incumplible y cercenando y dificultando una y mil
veces de una u otra manera la expresión democrática de la ciudadanía.
Incumplen, mienten y pretenden que se les deje en paz, que les dejemos hacer y
deshacer lo que ellos quieran. Invocan sin rubor la democracia que ellos están
depredando, la democracia que están destruyendo. Utilizan la mayoría como
patente de corso para hacer lo que les viene en gana. Y eso incluso cuando no
tienen la mayoría. Es deleznable llamar depredador al depredado y eso es lo que
están haciendo.
Pueden
seguir así dando la espalda a la realidad con un cálculo perfecto de hasta cuándo
puede aguantar la ciudadanía. Pueden seguir criminalizando la protesta
ciudadana. Pueden seguir aumentando pobreza, desesperación y paro. Pueden
seguir dejando que a la gente la echen a la calle mientras los banqueros sin escrúpulos,
defraudadores y corruptos andan sueltos. Pueden seguir intentando engañarnos
con rollos de leyes de transparencia que ellos mismos confeccionan mientras
discuten que si a la monarquía debe afectarle o no y en qué medida. Pueden
seguir haciendo ingeniería política para aparentar lo que no son, para
recuperar prestigios perdidos ante la ciudadanía por sus actuaciones obscuras e
impropias de quien ostenta responsabilidades en altos cargos del poder político.
Pueden seguir haciendo escrache a trote y moche sobre la ciudadanía pero mucho
nos tememos que van a seguir sufriendo un escrache masivo y que si no cambian
su forma de actuar en contra de la democracia más pronto que tarde será un
escrache violento.
Los
depredadores de la democracia son los que están haciendo un escrache a la
democracia y puede llegar un momento en que la ciudadanía huya de ella lo cual
será tremendamente nefasto para nuestro futuro. Mientras tanto manifestamos y
defendemos que la protesta es un ejercicio totalmente democrático.
José
Luis Ochoa