martes, 9 de abril de 2013

PROTESTA Y DEMOCRACIA


PROTESTA Y DEMOCRACIA
Digamos de entrada que entendemos que el derecho a la protesta es un derecho democrático más. No vaya a ser que de tanto oírles a los políticos de turno durante un día sí y otro también, arropados por los pregoneros afines, decir auténticas burradas sobre los que protestan en la calle  lleguemos a pensar que manifestar lo que uno crea conveniente sobre el quehacer de los políticos no es democrático. Los ciudadanos tenemos derecho a expresar públicamente nuestro estado de malestar con respecto la gestión de los responsables políticos y el único límite a esta expresión es el respeto a otros derechos individuales y colectivos. Estamos asistiendo últimamente al escrache que se moviliza sobre dirigentes del PP para presionarles con el objetivo de que cambien la legislación sobre desahucios y nos guste mucho, poco o nada,  si no se vulnera derecho alguno de esas personas, de esos dirigentes, habrá que convenir  que no es ilegal.
Entendemos pues que se puede e incluso se debe presionar a los diputados siempre que esa presión sea legítima, no violenta, etc. Es más, pensamos que esto debería satisfacer a cualquier demócrata que se precie porque es un perfeccionamiento democrático. Callar, no enterarse de nada y no querer saber nada de nada porque a mi todavía no me han pisado el callo eso sí que no es democrático. Por otro lado, nos resulta difícil de admitir como comportamiento democrático  esa defensa numantina y partidaria, como si fuese una sola persona la que tuviese capacidad de pensar en el redil del partido político de turno, amparada con lo que se suele llamar la disciplina de voto. Por eso a quienes creemos que el voto ha de ser libre incluso en el quehacer político eso de la disciplina de voto nos parece una aberración democrática. Claro que mientras los diputados que son elegidos bajo el paraguas de unas siglas partidistas estén obligados a firmar una carta de dimisión que el partido, llegado el momento, utilizará si no cumple con la disciplina de voto y dado el apego que indudablemente se aprecia en los políticos a su poltrona, uno sospecha que estaremos para largo inmersos en esa aberración democrática que entendemos es la disciplina de voto.
Nos parece pues que las protestas llamadas escrache mientras se desarrollen alejadas de la violencia son, desde el punto de vista democrático, totalmente legales, se pongan como se pongan, digan lo que digan y utilicen los medios que quieran para criminalizarlas, desprestigiarlas o lo que quieran. Lo que no entendemos como legitimo en muchos casos es el comportamiento de los bancos, incluso los rescatados con dinero público, y el manejo que han hecho los depredadores de la democracia de la iniciativa legislativa popular (ILP) contra la ley de desahucios incluso después de haberles llamado la atención desde la comunidad económica europea.
Es evidente que todos los días hay gente que protesta en la calle y, por otra parte, lo que no podemos menospreciar es el hecho de que según las encuestas el 91% de los españolitos piensa que hay motivo para ello. Nos preocupan estos datos y sobre todo nos preocupa que los depredadores de la democracia estén decididos a criminalizar plataformas como la de antideshaucios (PAH). Conseguir millón y medio de firmas no es poco de pavo. ¿Será esto un preámbulo de un movimiento social de gran calado? Nos tememos que sí y motivos parece que la ciudadanía está convencida que hay más que suficientes.
Por otra parte parece que lo que se ha dado en llamar interlocutores tradicionales (partidos políticos, sindicatos, ongs, etc.) están perdiendo el paso y se están quedando en la interpretación de un papel más que secundario en toda esta movida mientras el problema de la corrupción ya es el segundo que más preocupa a la ciudadanía.
Por eso cuando el socialdemócrata Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión Europea, español y socialista para más señas, el otro día manifestaba la conveniencia de que "los ciudadanos contribuyan, bien como depositantes, accionistas o contribuyentes", al pago de los rescates nos indignamos un poco más y constatamos de nuevo la divergencia existente entre el ciudadano y los políticos, amén de la injusticia que se sigue cometiendo sin ningún rubor por parte de quienes están al servicio del capital. Pero, ¿no estamos pagando ya? ¿No se han  bajado los sueldos, las pensiones, se ha aumentado el copago de los medicamentos, se ha subido el IVA, etc.? ¿No se han reducido las ayudas a la educación suprimiendo becas y personal educativo? ¿No se está privatizando la sanidad sin justificación alguna? ¿El tener que esperar 131 días para ser atendido para una intervención quirúrgica es normal? ¿No ha aumentado el paro a unos niveles tales que están obligando a la juventud, y no solo a la juventud, a abandonar este país con el deterioro de futuro que esto supone para esta piel de toro? ¿Qué más quieren, la mitad de los ahorros de los pequeños depositantes?
Claro que protestar es democrático. Faltaría más. Estamos cada día más hartos y de alguna manera habrá que canalizar este hartazgo. Que el escrache les ofende y no les parece democrático, pues a nosotros lo que no nos parece democrático es cargarse la democracia imponiéndonos desde arriba todo aquello que les da la gana incumpliendo todo lo incumplible y cercenando y dificultando una y mil veces de una u otra manera la expresión democrática de la ciudadanía. Incumplen, mienten y pretenden que se les deje en paz, que les dejemos hacer y deshacer lo que ellos quieran. Invocan sin rubor la democracia que ellos están depredando, la democracia que están destruyendo. Utilizan la mayoría como patente de corso para hacer lo que les viene en gana. Y eso incluso cuando no tienen la mayoría. Es deleznable llamar depredador al depredado y eso es lo que están haciendo.
Pueden seguir así dando la espalda a la realidad con un cálculo perfecto de hasta cuándo puede aguantar la ciudadanía. Pueden seguir criminalizando la protesta ciudadana. Pueden seguir aumentando pobreza, desesperación y paro. Pueden seguir dejando que a la gente la echen a la calle mientras los banqueros sin escrúpulos, defraudadores y corruptos andan sueltos. Pueden seguir intentando engañarnos con rollos de leyes de transparencia que ellos mismos confeccionan mientras discuten que si a la monarquía debe afectarle o no y en qué medida. Pueden seguir haciendo ingeniería política para aparentar lo que no son, para recuperar prestigios perdidos ante la ciudadanía por sus actuaciones obscuras e impropias de quien ostenta responsabilidades en altos cargos del poder político. Pueden seguir haciendo escrache a trote y moche sobre la ciudadanía pero mucho nos tememos que van a seguir sufriendo un escrache masivo y que si no cambian su forma de actuar en contra de la democracia más pronto que tarde será un escrache violento.
Los depredadores de la democracia son los que están haciendo un escrache a la democracia y puede llegar un momento en que la ciudadanía huya de ella lo cual será tremendamente nefasto para nuestro futuro. Mientras tanto manifestamos y defendemos que la protesta es un ejercicio totalmente democrático.
José Luis Ochoa