AGUR,
ENRIQUE
Supe
de algunas de tus dudas. Te comuniqué con alguna frecuencia mis discrepancias.
Nos intercambiamos en varias ocasiones nuestras coincidencias en la
interpretación de los comportamientos habidos en el pasado por parte de tu
Iglesia, a veces madre y con demasiada frecuencia madrasta y usurpadora de voluntades adobadas de ignorancias,
mientras hurgaba en el archivo parroquial para saber de mis antepasados.
¿Cuantas cosas se aprenden en los archivos, verdad, Enrique? Recuerdo mi última
corta conversación contigo manifestándome la plena consciencia de tu situación
física con tremenda serenidad. Ya todo esto se ha acabado.
Allí
donde estés y con mis coincidencias y discrepancias, Agur Enrique, hasta
siempre y descansa. Yo de momento seguiré escribiendo en mi blog. Tu, sospecho,
que no lo podrás leer como acostumbrabas.
José
Luis Ochoa