martes, 26 de julio de 2016

MIRAR PARA OTRO LADO

 MIRAR PARA OTRO LADO
Es posible que nos estemos acostumbrando al funcionamiento de una sociedad que entendemos como algo normal por repetitivo. En posible que nos estemos acostumbrado a vivir rodeados de corrupción, de mentiras, de demasiados políticos que dicen que van a hacer no sé qué cosas y que, una vez que han recogido nuestros votos, hacen exactamente aquello que dijeron por activa y por pasiva que jamás harían.  Es posible que nos estemos acostumbrando a ver en los medios de comunicación, o al menos en algunos, frecuentes comparativas de los políticos entre lo que iban a hacer y lo que hicieron o hacen donde se ve total disparidad. Es posible que nos estemos acostumbrando a mirar para otro lado cuando vemos, oímos o leemos, un día sí y otro también, que decenas de personas mueren ahogadas cuando intentan huir de sus países en guerra. Unas guerras que ellos no han provocado y que sí han provocado o alentado, a veces, quienes tardan meses en reunirse para decidir acoger a no sé qué número de refugiados y luego resulta que hacemos las cuentas y de aquello que dijeron iban a hacer nada de nada o casi nada. Hacemos las cuentas y al ritmo que están cumpliendo sus compromisos de acogida tendrían que esperar los refugiados decenas de años hasta que los señores de la política cumplan efectivamente lo acordado, lo comprometido. Es posible que nos estemos acostumbrando a convivir con el azote del terrorismo que con tanta frecuencia está azotando Europa.
Acabo de abrir el periódico y leo “varios muertos en un tiroteo en un centro comercial de Munich”. Es posible que en nuestro interior pensemos que mientras estos hechos tienen lugar lejos de donde nosotros estamos, ni tan mal. Es posible que incluso, por la parte que nos toca, con aprobar una nota, una moción municipal, etc. condenando un determinado hecho de estas características ya hemos cumplido. Y con esto hemos acallado de alguna manera nuestra conciencia. Y es posible que de esta manera estemos actuando como el del paraguas caminando bajo la lluvia tranquilamente sin mojarse, sin inmutarse o mirando para otro lado cuando pasa junto a quien no tiene paraguas y está calado hasta los huesos.
Más de tres mil personas han muerto en lo que va de año en el Mediterráneo. Es decir, tres pueblos como Allo ahogados intentando huir de sus países en busca de una vida mejor, de una simple supervivencia.
Todo esto es muy grave, tremendamente grave, pero, tal vez, es más grave que nos estemos dejando impregnar del pesimismo, del “no hay nada que hacer”, del siempre ha habido corrupción, desigualdades sociales, ricos y pobres, etc. etc. Es posible que nos estemos cobijando debajo del caparazón de nuestro egoísmo y no nos preguntemos hasta cuándo podremos aguantar así. Caminar mirándose uno al ombligo es peligroso pues lo normal es que tropiece y se dé un tremendo porrazo. Acaso es posible que ni siquiera nos preguntemos cuál sería nuestra reacción si una esas personas que vemos retratados en los medios de comunicación, sucios, hambrientos y que mueren a miles en su intento de buscar una vida mejor lejos de horror de una guerra fuese un hijo o un nieto nuestro. Insisto, una guerra que ellos no han provocado pues han sido otros quienes sin ningún tipo de escrúpulo la han promovido o alimentado vendiendo armamento a sus gobiernos con el que masacran a sus propios conciudadanos empujándolos a huir de su tierra, de la tierra donde han nacido, del lugar donde tenían todas sus pertenencias. ¿Somos capaces de no preguntarnos ni una sola vez por qué?
Estamos en Europa. Nos prometieron paz, garantía democrática, ayudas, seguridad, estabilidad, etc. etc. cuando abrazamos la UE y ahora resulta que hay países que se van de ella porque no quieren acoger refugiados, no quieren acoger inmigrantes, no quieren …. Ahora resulta que esa Europa de la que formamos parte sí o sí, esa Europa de los principios de la solidaridad, acogida libre, de los derechos humanos, etc. etc. está saltando por los aires. Esta Europa nuestra con su forma de actuar está renegando de sus principios fundamentales y fundacionales. Sencillamente esa Europa se ha convertido en un sueño roto.
¿Solución? Mirar hacia adentro, involucrarse en lo que nos rodea, luchar por mejorar aquello que está en nuestras manos mejorar, preocupándonos de cuanto acontece en nuestro entorno próximo, en nuestro pueblo.
Basta de mirar para otro lado o de lo contrario, a no tardar, la afirmación de Europa un sueño roto tendremos que cambiarla por Allo un sueño roto y tal vez sin solución.
Difícilmente podemos solucionar todos los problemas de corrupción, mentiras, deferencias sociales, etc. etc. que se producen lejos de nuestro entorno. Pero sí que podemos y debemos cambiar aquello que tenemos cercano, próximo. El tema está en comprometerse. De lo contrario este sueño roto de Europa nos arrastrará como un tsunami y quien sabe a qué abismo. La solución todavía está en nuestras manos, aunque nos tememos que le tiempo se está acabando.
Es urgente y necesario mirar hacia adentro si queremos conseguir un futuro distinto, un futuro mejor para nuestros hijos, para nuestros nietos e incluso para nosotros mismos.
Mirar para otro lado es garantía de fracaso seguro. Mirar para otro lado es garantía de un futuro complicado para nuestro pueblo. Es urgente dejar de mirar para otro lado.