sábado, 8 de junio de 2013

CLARO QUE ES POSIBLE


CLARO QUE ES POSIBLE

Así terminaba mi última entrada el otro día. En su primera campaña electoral el actual presidente de EE.UU. acuñó la frase, a modo de eslogan publicitario, de "Yes, we can" , sí se puede. Últimamente hasta en los campos de futbol hemos visto que las hinchadas de los equipos, sobre todo de los que se encontraban "con la soga al cuelo", hacían fluir por sus gargantas, como si fuese su última posible aportación en aras de conseguir el objetivo, el sí se puede. El sí se puede se ha convertido en una especie de empujón de moda que se da a quienes por un motivo u otro están comenzando a perder aquello que dicen es lo último que se pierde que es la esperanza. Hoy tal vez el mayor peligro con el que se está encontrando esta maltrecha democracia nuestra es la desilusión, la desesperanza, el creer que todo está perdido, el pensar que esto no tiene solución. Y lo triste es que esto está ocurriendo en todos los ámbitos de la vida social y política de este país.
Tal vez hoy "tocaba" explayarse con temas de aparente mayor actualidad como pueden ser el Wert y  los desplantes de algunos estudiantes en el acto de entrega de diplomas. Vaya por delante que se empeñe quien se empeñe ese hecho pensamos es una actuación democrática donde las haya y de falta de educación nada de nada. Falta de educación y déficit educativo se está dando por recortar de la manera que se está haciendo en este país por parte de los trileros de turno. Pensamos y pensaremos que aquí lo que hay que hacer es invertir primero en educación, segundo en educación y tercero en educación.

¿O tal vez la actualidad requería sacar a esta humilde palestra a la presidenta foral situada en el trance de si la imputan o no la imputan con los suyos haciendo piña a su alrededor y manifestando a quien quiera escucharles que la señora es inocente, inocente, inocente?. Ahí están mareando la perdiz que si es cohecho impropio o no lo es y mientras tanto la oposición, de una u otra manera, manifestando que los navarros no nos merecemos una presidenta así, imputada o en vísperas de serlo. Uno, lo que piensa, con la misma rotundidad, es que lo que no nos merecemos tampoco es una oposición como la que tenemos que permite que las cosas sigan como están por ser incapaces de ponerse de acuerdo en hacer que esta Navarra sea más democrática dándole la palabra al pueblo, de una vez por todas, para que decida si quiere que las cosas sigan tal y  como están, tan rematadamente mal, o estando ya hasta las narices los mandan a freír espárragos.
¿O acaso requería la actualidad fijarse en los 98.000 parados menos del mes de mayo, más ficticios que otra cosa, y un Rajoy sacando pecho por los obscuros pasillos de la madrastra Europa y soltando promesas por doquier adornadas con las coletillas de "por el momento no". Promesas que, por otra parte, no nos las creemos porque son demasiadas las veces y las maneras como nos han engañado?.

¿O tal vez la rabiosa actualidad nos demanda comentar el discurso que acaba de pronunciar el profesor, premio Príncipe de Viana, Daniel Innerariti durante la entrega del premio, demandando la necesidad de una nueva política? Patético y descarado que la presidenta Barcina abogue por cambiar la "caduca" política y "devolverle dignidad" , en el mismo acto. ¿Pero quienes son los que deben cambiar esta política caduca? ¿Los mismos que  la están poniendo en práctica una día sí y otro también? Sencillamente impresionante.
En fin, "a lo que vamos tuerto". No quiero caer en lo que consciente o inconscientemente estamos cayendo con demasiada frecuencia. Con demasiada frecuencia nos parece a los ciudadanos  que poco podemos hacer desde nuestra posición de ciudadanos de a pie en todos estos temas. En consecuencia no hacemos nada o muy poco y nos cobijamos en "esto no hay quien lo arregle", "habrá que esperar a las próximas elecciones", etc. Efectivamente el profesor Innerariti reivindico ayer los valores de la cultura democrática necesaria para conformar el pensamiento político. Pero esta cultura democrática no se consigue cobijándonos en la apatía ni en la despreocupación sobre aquello que más nos afecta por su proximidad. Es necesario e imprescindible cambiar nuestras actitudes, dejar de despreocuparnos de aquello que más cerca tenemos y sobre lo que sí podemos influir. Es urgente cambiar nuestras actitudes del día a día que nos están instalando en la desconfianza y en el desánimo y en la despreocupación de cuanto se cuece en nuestras propias narices. El opinar, cuando lo hacemos, sin habernos preocupado de enterarnos de qué se hace y cómo se hace en nuestro entorno más próximo, en nuestros pueblos, en nuestros ayuntamientos, no sirve de nada. Esta forma de actuar, o mejor dicho, de no actuar, nos conduce al empeoramiento de las cosas. La despreocupación del día a día nos arrastra a la inanición social y a la seguridad de que las cosas difícilmente cambiaran. Nosotros no nos resignamos a ello. Sostenemos que el cambio es posible pero para ello es necesario cambiar nuestras actitudes. Es necesario involucrarnos en la información, comprometernos en hacer un mínimo esfuerzo por enterarnos de las cosas, en enterarnos de cuanto acontece junto a nosotros si queremos opinar con conocimiento de causa. Solamente así podremos cambiar algo la situación que nos subyuga día tras día. Debemos hacer que quienes no creen en la información objetiva se sientan incómodos con sus comportamientos realizados amparandose habitualmente en el obscurantismo. Debemos exigir se nos diga qué se hace y porqué se hace. Solamente así conseguiremos cambiar comportamientos impunes que habitualmente observamos en nuestro entorno más próximo.

Solo si cambiamos nuestras actitudes, nuestros comportamientos envueltos en la apatía y en la desconfianza será posible mejorar las cosas. Claro que es posible. Pensamos que ha llegado ya el momento del diálogo, del pacto, del consenso, de sumar los esfuerzos de todos buscando lo que interesa a la mayoría de la ciudadanía, a la mayoría de los vecinos. Quien no esté dispuesto a ello tal vez el mejor servicio que puede hacer a sus conciudadanos, a sus convecinos, es apartarse y dejar que los que si están dispuestos lo hagan.
Pensamos que no debemos vivir exclusivamente cultivando la memoria mirando siempre hacia atrás. Las personas, los demócratas, debemos saber cicatrizar heridas y caminar en la perspectiva del futuro, pues no podemos vivir constantemente esclavizados por las cuentas pendientes de la vida. Es muy importante no olvidarse de nada, pero pensamos que es necesario, imprescindible diría yo, mirar hacía el mañana. No se vive de recuerdos. Es importante mirar el pasado, pero también es urgente perderle el respeto. Solamente abrazando con decisión esta manera de ver las cosas, de enfocar la realidad nos garantizara que sí se puede. Si se quiere, claro que es posible.

José Luis Ochoa