TOTUS REVOLUTUS
La verdad que casi había hecho una especie de promesa particular, interna y no manifestada, de no escribir nada más sobre la visita de Benedicto XVI. Pero me resulta casi imposible obviarla pues el JMJ lo estamos teniendo hasta en la sopa, para desayunar, para almorzar, para comer, para merendar, para cenar y ahora que llegan las fiestas, me temo que hasta para recenar, salvo que los efluvios etílicos nos lleven por otros derroteros más intrascendentes, pero seguramente bastante más divertidos y compensadores necesarios a la desazón que nos produce en estos tiempos mirar un horizonte, que sin duda ninguna, nos gustaría fuese muy otro.
Con el JMJ parece que han desaparecido de todos los medios de comunicación problemáticas como el cono sur de África donde se está muriendo el personal sencillamente de hambre (si, si se muere uno de hambre cuando no tiene nada que llevarse a la boca un día sí y otro también), incluso el problema de la crisis económica, con la que se nos viene encima, parece ha pasado a un segundo término, incluso etc. etc.
Pues bien, mientras estos y otros muchos temas de gran calado, que me atrevo a calificar así por cómo nos van a afectar si ó si, queramos o no queramos, seamos conscientes o no de ellos; la visita de Benedicto XVI, tal y como escribe hoy Agustín Arroyo en El País a mí también me predispone a hacerme una serie de preguntas: ¿qué pensaría hoy el Jesús de los pobres, como tantas veces hemos escuchado calificarlo en las iglesias, de todo este despliegue? ¿Qué pensaría de la cantidad de millones que cuesta este espectáculo? ¿Qué pensaría, desde su humildad y su pobreza, de los que con sus pingües negocios financieros sufragan, en parte, este viaje? ¿Qué opinión le merecería este derroche de dinero cuando Somalia se muere de hambre y sed y el Papa no les visita llevando alimentos, medicinas y agua potable? ¿Qué clase de jóvenes se pueden permitir un viaje con desplazamientos de miles de kilómetros? Desde luego, los pobres no.
El mencionado periodista dice se hace estas preguntas desde la óptica de persona ajena a las religiones y como no creyente. Yo me las hago desde la perspectiva de persona poco practicante y sobre todo desde la óptica democrática.
Es evidente, así lo reflejan, aunque sea a hurtadillas, algunos medios de comunicación, que no todos los creyentes están de acuerdo, pero esta evidencia no está hasta en la sopa. Una de dos, o son pocos o no les hacen ni puñetero caso.
Ayer en Madrid Rouco alertó a los jóvenes sobre aquellos fenómenos como la globalización, la crisis económica y las nuevas tecnologías por considerar que pueden condicionar “su vida muchas veces para mal”. Y yo me pregunto: porqué no les alertó de la falta de democracia? Qué miedo hay a las nuevas tecnologías? Acaso queremos volver a la hoja parroquial como única prensa de los tiempos de Maricastaña en los que el personal no podía gastarse ni unos céntimos, (de peseta claro, no de euros) en comprar la prensa? Sencillamente…….lo que ustedes quiera añadir.
A mi qué quieres que te diga, amable lector, me hubiese gustado que el tal Rouco les hubiese dicho a los jóvenes: acabad con esta sociedad un tanto enferma, con una escala de valores bastante discutible y que tiene puestos sus objetivos prioritarios en el consumo y en la supervivencia individual a costa de lo que sea. Me hubiese gustado que les hubiese dicho que tienen que involucrarse para cambiar la forma de hacer política, para cambiar la forma de gobernar, para que la honradez y el servicio a los ciudadanos sean ejes de conducta. Me hubiese gustado que les hubiese dicho: contra este mundo bastante injusto os tenéis que levantar ¡ya!. ¿Pedir peras al olmo? Tal vez, pero es necesaria otra dinamicidad si queremos que las cosas cambien, y en ello nos va nuestro/vuestro futuro.
Yo también creo que JMJ es mas bien una especie de cruzada contra la aconfesionalidad estatal española, que persigue hacer de este país una especie de sucursal espiritual del Vaticano. Este evento va a dejar no sé cuántos millones de laicos indignados por el camino. Los indignados seguro que tendrán algo que decir. Desde mi punto de vista este evento es un gran error, alimentado por el conservador Episcopado español, que ni va a conjurar el desprestigio de los dirigentes de la Iglesia ni va a incrementar el número de creyentes. La visita sólo va a satisfacer a los ya convencidos; a los demás, el discurso papal les resulta atávico, y el boato puesto en escena, escandaloso.
Esta visita/acontecimiento se produce en vísperas de unas elecciones en el estado español. Es perfectamente discutible a quien puede beneficiar o perjudicar este acontecimiento. Allá cada cual con sus opiniones, pero es evidente que la decisión de realizar este evento y el modo de realizarlo no se ha tomado con una praxis democrática. Yo también soy de los que pienso que, aparentemente, el catolicismo hace tiempo que dejó de ser religión para convertirse en política.
Lo dicho, totus revolutus y de democracia un poco escasos. Totus revolutus ó lo que es lo mismo todo pero que muy revuelto.
José Luis Ochoa