jueves, 13 de octubre de 2011

REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA DE LA SOCIEDAD

REGENERACION DEMOCRATICA DE LA SOCIEDAD
Hace ya bastantes fechas, refiriéndome a la reforma de la Constitución, llevada a cabo después de que se hubiese pactado por los líderes de los dos grandes partidos, escribía: “como para echarse a llorar”. Hacía esta afirmación porque entre todo el arco parlamentario no había habido 35 diputados que hubiesen requerido la celebración de un referéndum para que la ciudadanía se hubiese sentido participe y de alguna manera protagonista de un hecho tan importante como es la reforma de la constitución o lo que es lo mismo de la ley de leyes. Se nos hurto a la ciudadanía el referéndum, el más mínimo debate e incluso una mínima información. Evidentemente fue un acto escrupulosamente legal pero sin referéndum, sin debate, y sin información a los ciudadanos, por lo que, desde mi punto de vista democrático, fue bastante  deficiente como hecho democrático. También son legales los sobresueldos, las primas, etc. que cobran los políticos y que poco a poco nos vamos enterando ocurre en nuestras propias narices. Serán todo lo legales que se quiera pero ni son honestos, ni éticos, ni nada de nada.
Por otra parte, hace unos días el todavía presidente del gobierno de esta piel de toro llamada España, se da una vuelta por Bruselas y henos aquí formando parte del escudo antimisiles. Una vez más, aparentemente un asunto de gran calado, se decide a toda velocidad sin que los ciudadanos tuviésemos la oportunidad de saber en qué consistía ni que significa ni nada de nada.
Igualmente, tal y como comentábamos el otro día, en la convención del PP en Málaga se nos invitaba a la ciudadanía a participar en su proyecto. Yo todavía no sé cuál es ese proyecto. De alguna manera uno piensa que en esta época de elecciones se nos está pidiendo que compremos sin saber qué compramos y que paguemos por adelantado con nuestro voto.
En estos momentos, uno piensa que la gran transformación democrática de esta sociedad se va a producir sencillamente porque los que nos mandan y los que aspiran a mandarnos nos tratan como niños. Uno, últimamente según comenta con unos y con otros los problemas en los que estamos sumidos actualmente y los abundantes comportamientos éticamente obscenos de nuestros políticos, comienza a escuchar aquello de que los ciudadanos no pintamos nada. Aquí parece que los en teoría servidores de los ciudadanos, léase los políticos que nos gobiernan y los que aspiran a gobernarnos,  pasan de nosotros olímpicamente y tienen la desfachatez de justificar lo injustificable con argumentos tales como “siempre se ha hecho así”, como si esto fuese justificación suficiente de correcta moral.
Pues, miren ustedes, les guste o no les guste, los ciudadanos por necesidad o por convencimiento, vamos a reclamar crecientes procesos y niveles de participación a la vista de las complicaciones en las que nos han metido y que nos está tocando sufrir y soportar. Son tan importantes las transformaciones que se van a producir que o nos resignamos a estar marginados, cabreados, desesperados permanentemente  – lo cual a veces parece está ocurriendo en los sectores más débiles de la sociedad- o reclamamos una mayor participación democrática. Lo tendremos que reclamar por las buenas o por las malas si no queremos que los asuntos que determinan nuestras vidas los solucionen otros a su manera. Los solucionen otros de la manera que lo están haciendo y nos condenen a vivir en el fango de la corrupción mientras somos paganos de la pérdida del estado de bienestar.
Ahora quienes aspiran a gobernarnos parece nos ningunean un día sí y otro también. Me cuesta creer que no sean conscientes de la situación tan desastrosa en la que nos encontramos inmersos. Pero claro, sabedores como estamos de que aquí nadie tiene una barita mágica capaz de sacarnos del atolladero, ya nos imaginamos dentro de unas pocas semanas a los ganadores asumiendo la realidad diciéndonos  que mientras Europa no funcione aquí poco podremos hacer. Echaran la culpa a los otros. Justificaran sus brutales actuaciones (los llamaran ajustes, recortes, tope del gasto, control del deficit o como les dé la gana) con el no “hay otro remedio”, etc. Entonces rápidamente quienes hayan apostado por ellos, pues creían que ellos eran la solución para todos nuestros males, rápidamente entraran en la realidad vital de desengaño. Se sentirán una vez más frustrados y tal vez terminaran pensando que aquí no hay nada que hacer.
Pues claro que hay cosas que hacer. En necesaria una regeneración democrática de la sociedad en el sentido de que no podemos seguir pensando: si yo estuviera donde están los que mandan seguro que haría lo mismo, todos son iguales, etc.
Es pues urgente y necesaria una regeneración democrática de la sociedad que nos haga volver a creer en valores hoy aparentemente olvidados, de honestidad, esfuerzo, etc. y verguenza torera, sino queremos vernos abocados irremediablemente al fracaso.
José Luis Ochoa