miércoles, 5 de octubre de 2011

EDUCACION, FE Y DEMOCRACIA

EDUCACION, FE Y DEMOCRACIA

Uno en esta época de recortes, en esta época en que parece que todo vale, se encuentra más sensibilizado si cabe, con el tema de la educación. Educación entendida no como aquello que en nuestros tiempos de infancia se venía en denominar urbanidad, respeto, etc. y que hoy se suele definir como “saber estar”. Me quiero referir a la educación en su sentido y contenido más amplios: preparación para el futuro, capacitación para ser capaces de aportar algo a la sociedad en que nos toca vivir,  captación de actitudes y aptitudes positivas ante los constantes retos a que nos vemos sometidos a lo largo de nuestra existencia, etc. etc. y por supuesto educación en democracia. Educación que sea capaz de instalar en un lugar prioritario de la escala de valores de nuestros jóvenes valores como la democracia,  la solidaridad,  la equidad, el esfuerzo,  la honestidad, etc.

Si, ya sé que hoy en estos momentos tal vez le pide el cuerpo a uno opinar sobre el inevitable impago de la deuda griega y sus posibles consecuencias ó sobre los escandalosos agradecimientos por importe de 23 millones de euros a los ejecutivos de NovaCaixaGalicia después de que hace “cuatro días”  papá Estado, es decir todos nosotros, hubiese puesto a su disposición más de  3.000 millones de euros para eso que llaman reestructuración y que por lo visto reestructura cualquier cosa menos los sueldos de los altos ejecutivos, al margen de cuál haya sido su gestión y por tanto los resultados. Claro, ahora, nadie es responsable de  este escándalo, por llamarlo de manera suave. El gobierno de Galicia no tiene nada que ver. El Banco España tampoco. Pero, vamos a ver,  no son los políticos de las comunidades autónomas los responsables cuando ponen al frente de esas cajas a personas del interés de su partido?. Las cajas de ahorro han servido -con el dinero de los ciudadanos- para financiar actividades, en muchos de los casos, poco recomendables: aeropuertos cerrados, urbanizaciones fantasmas, etc. De momento esperaremos no vaya a ser que también por estos lares estemos en vísperas de asistir a algo parecido. Tiempo el tiempo.

Pero, bueno, comenzaba esta entrada refiriéndome al tema de la educación y retomando el tema quisiera denunciar la politización del tema que estos días se está haciendo. Politización en el peor sentido, es decir, politización partidista pura y dura. Ahora todo el mundo, léase políticos de turno en campaña electoral, está afirmando que la educación es intocable. Esto sí que es con una mano hacer una cosa y con la otra puesta en la espalda hacer la contraria. Algo parecido a los trucos y malabarismos pero viéndoseles. Si la educación es intocable, si el tema de la educación para ustedes políticos que ahora afirman, en muchos casos no ajustándose a lo que ustedes mismos o personajes de su mismo partido están haciendo o han hecho en el pasado reciente, que si gobiernan no harán recortes en educación, sencillamente nos están pidiendo algo parecido a un acto de fe. Que invertir en educación es rentable nadie con dos dedos de frente lo duda. Se habla de que en época de normalización económica  cada euro que se invierte en educación  reporta cuatro euros a la sociedad. Hay quien opina que en época de crisis a esta rentabilidad habría que añadirle la prioridad y por tanto mayor facilidad a la hora acceder al poco trabajo que existe,  para las personas  más formadas, mejor preparadas. Sea como fuere, uno está convencido que el tema de la educación debería estar soportado por un pacto de estado, por un acuerdo de pervivencia de las normativas suscrito por la mayoría de los partidos políticos. Aquí cabe recordar que por iniciativa del ministro Gabilondo (dicho sea de paso, para mi tal vez el mejor ministro de gobierno de los últimos tiempos y claro, es uno de los que ya ha dicho “hasta luego Lucas”) el PP tuvo en sus manos poder firmar esta acuerdo y cuando ya estaba prácticamente hecho las altas esferas del partido dieron orden de no firmar. Y así nos encontramos. En este país nos pasamos la vida viendo cómo el que llega al poder lo primero que hace es deshacer lo que ha hecho el que estaba y en temas de educación no podemos estar cambiando las leyes, las normas, cada cuatro años. Es demasiado lo que nos jugamos. La educación es presente, garantía de futuro evolutivo de la sociedad y garantía de que este se produzca sin sobresaltos.

Fe es lo que de alguna manera nos están pidiendo los políticos. Mientras el Rubalcaba este fin de semana invocaba la fe de los suyos, el PP, vía Cospedal, nos asegura que si ganan las elecciones, al día siguiente los españoles recobraremos la confianza en nosotros mismos y los demás se fiaran más de nosotros. Claro que por otra parte parece que aquí la culpa de todo los males la tienen los salarios y a renglón seguido: todo lo haremos de manera suave, no subida de impuestos, etc.

Pues eso, lo dicho, un acto de fe. Fe, por recordar, se define como creer en lo que no vimos.

Aquí lo que ocurre, lo diré por enésima vez, es que falta concepto democrático de la vida política. Déjense de marear la perdiz. Dígannos, si son capaces, si lo saben y se atreven,  qué van a hacer con la educación. Dígannos cómo lo van a hacer. Dígannoslo de forma clara para que lo entendamos todos. No nos tomen el pelo. No nos digan que la educación es intocable mientras están recortando gastos en el tema educativo. Dígannoslo de esta manera y nosotros ya votaremos lo que creamos oportuno, ya votaremos lo que creamos mejor para nuestros hijos, para nuestros nietos. Esto es democracia. Lo otro es, a parte de tomadura de pelo, escamoteo democrático descarado.

En fin, que seguimos apostando más que nuca por la educación como valor intocable incluso en esta época de crisis económica y de salvajes recortes por parte de las administraciones. Que mientras nuestros políticos de turno nos piden que hagamos un acto de fe nosotros demandamos sencillamente un comportamiento por su parte bastante más democrático.

José Luis Ochoa