MENOS, MENOS…. ¿HASTA DONDE?
El otro día medio prometía al referirme a las distintas propuestas de reducción del número de parlamentarios y demás, dedicar un comentario sobre el tema. Por otra parte, aunque parece que las noticias pierden actualidad a una velocidad de vértigo pues prácticamente cada hora vamos de sobresalto en sobresalto siempre con noticias de un cariz oscuro a más no poder sobre nuestro futuro, no conviene aparcar aquello que uno considera de una importancia muy superior a la media de cuanto acontece o está por acontecer.
Pues bien, este es un tema que a nuestro entender tiene una importancia extraordinaria. Es evidente que decir a estas alturas que es urgente y necesario recuperar la calidad de la democracia o que se trata de un ajuste, que no recorte, democrático, es decir muy poco o cuando menos es decir las cosas de manera tan suave que en absoluto refleja fielmente la realidad. La democracia en este momento por estos lugares está en la UVI y algunos están empeñados en que no salga de ella a ver si con un poco de suerte permanece inactiva el tiempo necesario para que puedan hacer todos los desaguisados que todavía les quedan por hacer y que tienen in mente y diseñados esperando, tal vez, a que vascos y gallegos pasen por las urnas dentro de unos días. La pregunta es si después de todo con los despojos que queden de esta democracia podremos hacer algo para retomar el camino que estamos abandonando a marchas forzadas conducidos por quienes se han instalado en el poder con toda legitimidad democrática. ¿Parece una paradoja, verdad? Pues no lo es. Es simplemente consecuencia de entender erróneamente el quehacer democrático por parte de quienes llevan demasiado tiempo instalados de una u otra manera en la poltrona y de quienes se han desentendido e incluso se siguen desentendiendo de la democracia por creer unos y otros que democracia era y es poder votar cada cuatro años y hasta la próxima, Lucas. Creo que era el gran estadista griego de la antigüedad Pericles el que dijo: “Consideramos al hombre que no se interesa en los asuntos públicos, no un ser inofensivo, sino un carácter inútil; y aunque pocos de nosotros somos creadores, todos somos jueces dignos de la política”
Pues eso es lo que quieren quienes están últimamente proponiendo la reducción de no sé cuantos parlamentarios, no sé cuantos concejales, etc. etc. Quieren que aquí cuantos menos jueces de la política o del quehacer político haya mejor para sus propios intereses. Cuantas menos personas haya que se enteren de cuanto acontece en parlamentos, diputaciones, gobiernos autónomos, y ayuntamientos y puedan contarlo, mejor para sus propios intereses aunque estos no sean precisamente los intereses de la ciudadanía.
Claro que estas propuestas -en algunos casos ya realidades- las envuelven de populismo con lo que es fácil que el ciudadano de a pie caigamos en la trampa. En muy fácil entrar en la trampa y creernos la bondad de la medida teniendo en cuenta la situación de crisis económica que estamos padeciendo y el desprestigio de la clase política existente, aunque los políticos de turno se nieguen a admitir, pero que se lo han ganado a pulso con sus actuaciones y más de una vez con sus no-actuaciones.
Se nos decide que lo que hay que hacer es recortar el número de diputados en los parlamentos autonómicos, ayuntamientos, etc. para ahorrar. Parece como si hubiesen encontrado la panacea para la solución económica. La solución para cumplir con el sacrosanto objetivo del déficit y estabilidad económica que se está cargando la clase media y está arrastrando a gran parte de esta sociedad a la miseria.
La señora Cospedal aparentemente gran defensora de estos cambios ya parece ha decidido suprimir los sueldos de los parlamentarios de su comunidad y en adelante, creo que a partir del uno de enero cobraran dietas. Claro que alguien ya le ha hecho las cuentas y el ahorro puede estar rondando el millón de euros – menos da una piedra- mientras la deuda de su comunidad es de 6.000 millones. Los sueldos que ella cobraba, cobra y cobrará dejémoslo estar.
Uno de estos días leía que “el despacho de doña Botella, la alcaldesa de Madrid, es mayor que el del Presidente de los Estados Unidos. La función del mayordomo de la alcaldesa es, esencialmente, servirle el café. Tiene unos 260 asesores personales y altos cargos que cobran de media unos 60.000 euros por barba. El Ayuntamiento posee 267 coches oficiales de uso personal, probablemente más que todas la capitales de la eurozona –París, Roma, Bonn- juntas”. ¿Que esto nos queda lejos? Vengamos, vengamos por estos lares nuestros.
Sí, no hace muchos días apareció un estudio que concluía que en la comunidad foral debería reducirse el número de parlamentarios actual a 30 ó 35, es decir un 35% menos. Algo parecido a lo que propone Rajoy para los ayuntamientos. Pero, vamos a ver, ¿nadie ha pensado que se pueden duplicar, pagándoles la cuarta parte de lo que perciben ahora, y se ahorrarían la mitad de lo que gastan ahora? Todo se decide aparentemente sin evaluar el trabajo que realizan o dejan de realizar todos y cada uno de los parlamentarios o concejales. Sin evaluar las necesidades. Sin evaluar desde el punto de vista democrático el valor de la representatividad en esos entes de quienes tienen el honor de representar a los diversos grupos sociales y a las distintas sensibilidades de la ciudadanía.
Antes de nada varias cosas. En primer lugar, que uno sepa, nadie de los que están proponiendo estas reducciones de personal representativo lo llevaban en su programa electoral. Antes de nada debería avaluarse y comunicarse a la ciudadanía el qué hacen los parlamentarios, cuál es su dedicación, cuánto cobran, cuáles son sus prebendas, cómo andan de asesores, etc. etc. Nada o muy poco de esto se sabe. Tal vez habría que comenzar por abrir las ventanas de las administraciones de par en par a la ciudadanía. Habría que comenzar por establecer la información clara, amplia y veraz al ciudadano como objetivo prioritario y no como se hace habitualmente racanear a la hora de dar información y situándose constantemente en el oscurantismo. Habría que analizar si todos esos asesores y demás medios de que disponen parlamentarios, equipos de gobierno de ayuntamientos, etc. ¿Son los que tienen que ser en cuanto a cantidad, calidad y honestidad?
A uno le cuesta entender cuando ve en municipios de no demasiados habitantes secretario(a), administrativo(a), asesor(a) financiero, asesores de no sé que, etc. Entiendo que todos cobran su correspondiente sueldo, pero ¿son necesarios todos? Si eso pasa en municipios tan pequeños……
Probablemente habrá quienes no se merezcan lo que cobran considerando el trabajo que realizan o dejan de realizar y otros que no cobran ni la mitad de lo que debían cobrar dada su dedicación, trabajo, etc. Pero de lo que estamos totalmente convencidos es de que la ciudadanía se merece y tiene derecho democrático a estar ampliamente representada en las instituciones democráticas sea cual sea su forma de pensar.
¿Y reducir el número de representantes y con la misma ley electoral? Pues no. Eso es una trampa diseñada por tramposos democráticos que buscan de un plumazo dejar fuera de los foros legislativos y administrativos a cuantas sensibilidades ciudadanas minoritarias puedan.
Por eso nos preguntamos una vez más: menos representatividad, menos democracia ¿hasta dónde? Camino muy peligroso entendemos es el que están tomando y sospechamos que no es buen puerto a donde nos conduce.
José Luis Ochoa