domingo, 8 de enero de 2012

DEL ENGAÑO HACIA LA DEPRESION PASANDO POR LA DECEPCION

DEL ENGAÑO HACIA LA DEPRESIÓN PASANDO POR LA DECEPCION
Bueno, ya se ha acabado este periodo que damos en llamar “Las Navidades” y sin llover. Mañana lunes y, como se suele decir, todo el mundo “al cole”. Todo el mundo a su rutina, a la normalidad del día a día, a sus obligaciones, a sus actividades, y uno observa que lo vamos a hacer en una situación un tanto distinta a como empezamos Las Navidades allá  por el mes de diciembre del pasado año 2011. Digo en una situación un tanto distinta pues aunque seguimos pivotando nuestros comentarios entre el Urdangarín manos largas, el discurso navideño de su suegro, la escasa y sesgada información proporcionada del uso y disfrute de los dineros que cada españolito de a pie le proporcionamos a la “eficiente” monarquía de este país para que puedan “mal vivir” y los implantados recortes, siempre intentando justificarlos en aras de conseguir controlar el déficit público, etc., creemos que en estos momentos una o dos cosas tenemos más claras que al inicio de este periodo vacacional.
Tenemos mucho más claro en este momento que el engaño democrático se está consumando y que pretenden seguir engañándonos como a chinos (perdón por los chinos que en este fregao de momento no tienen aparentemente mucho que ver). Tal vez podemos afirmar que si por una parte, como hemos manifestado en más de una ocasión, uno de los mayores déficit que observamos en esta sociedad es el déficit democrático, no es menos cierto que este déficit se produce fundamentalmente promovido porque quienes tienen el deber de velar por el ensanchamiento de la democracia, por quienes están llamados a administrar esta sociedad, pues así se lo ha encargado democráticamente el pueblo en las urnas y más bien se empeñan en ocultar la realidad con información insuficiente, sesgada e incluso en algunos casos inexistente. Y claro, no estamos hablando del mar y los peces. Estamos hablando de ministros, consejeros, alcaldes, etc. con nombres y apellidos aunque en este momento depositemos sobre el papel datos referidos a una parcela u otra del quehacer político de manera más concreta.
A estas alturas del año y cuando apenas han transcurrido unas semanas desde que el nuevo gobierno se hizo cargo del tema hay mil datos para poder sustentar lo que decimos. Cuando uno escucha decir que el gobierno se marca un ambicioso plan para luchar contra el fraude fiscal sencillamente piensa que nos mienten. ¿Cómo se puede calificar de plan ambicioso un plan que se marca como objetivo recaudar este año 8.171 millones cuando el pasado año la Agencia Tributaria, bajo la batuta de los socialistas, que según nos dijeron lo hicieron rematadamente mal, ingreso 10.400 millones por este concepto? ¿Pero no había más de 60.000 millones de fraude fiscal al año en este país?  Por si fuera poco, esto no se lo creen ni en Europa que se vaya a realizar a juzgar por los comentarios de la prensa de hoy.
Se nos está diciendo por activa y por pasiva que el objetivo número uno es reducir el déficit como sea como si fuese condición sine qua non para salir de la crisis. Tan es así que hasta el otro día el real suegro del Urdangarín manos largas, con motivo de la pascua militar, les dijo a los militares allí presentes que había que ser austeros y al hilo del gasto militar se nos ha dejado caer que el presupuesto para las cosas de la guerra este año se reducía en 340 millones de euritos. Claro que se olvidaron decirnos que este año que acabamos de comenzar el maltrecho erario público deberá hacer frente a 30.000 millones, también de euros, no de pelas, comprometidos en un préstamo de armamento. Y esto como todavía hay alguien en este país que hace las cuentas con honestidad y tal y como le enseñaron en la escuela de su pueblo pues debe salir como a 638 euros de escote por cada uno de los españolitos que, con crisis o sin ella, vamos a seguir desgastando zapatos durante este año 2012 si las piernas nos siguen.
Ya he hecho referencia en varias ocasiones a la información sesgada e incompleta que se ha proporcionado sobre los dineros de sus majestades. No me estoy refiriendo a los de Oriente que ya se han ido y no volverán hasta el año que viene, sino a los que todavía están aquí y que uno no sabe hasta cuándo. Pues sí, porque aunque también se nos ha intentado vender como ejemplo de austeridad presupuestaria un recorte del 5% en el pasado 2011 en los presupuestos de la Casa Real, nada se ha dicho (yo por lo menos no lo he visto publicado en ningún medio de comunicación de esos de diario, de los de andar por casa) sobre la cantidad de residencias puestas a su disposición cuyo mantenimiento corre a cargo del Estado paganini y que cuestan unos 18 millones. Poco o nada se nos ha dicho de cuánto cuestan los viajes de la monarquía. Los empleados de la Casa Real sin contar los honorarios de los policías, etc. cuestan por encima de los 6,2 millones anuales según datos de 2010. etc., etc.
Sirvan, pues estos datos para avalar lo que comentamos. Pero con ser inmensa ya en estos momentos la cantidad de datos y  actuaciones que día a día estamos viendo y aún admitiendo que esto es solamente el principio – el inicio del inicio, lo han acuñado como frase premonitoria  y un tanto amenazante para la ciudadanía sobre lo que se nos avecina- que demuestran que nos están engañando conscientemente y a sabiendas, esto tal vez no sea lo más importante.
A mí personalmente lo que en este momento me preocupa es el grado de resignación, conformismo y decepción que parece se ha instalado en la sociedad. ¿Qué le vamos a hacer? "Pobre hombre el Rey que ha tenido la desgracia de que le hayan salido estos yernos, etc. etc." "Pues si nos tienen que bajar la pensión qué le vamos a hacer". Como si la crisis la hubiésemos provocado los rompezapatos de turno.
¡Que no, coño, que no! Que yo no me siento responsable de eso que damos en llamar déficit democrático. Que yo no puedo dar por bueno que algunas de las mismas personas que de una u otra forma nos han metido en estos líos sean las que el señor Rajoy ha elegido para que le ayuden a gobernar este país nombrándoles ministros, etc. En concreto estoy pensando en el ministro Pedro Morenés  (ya le comienzan a llamar el ministro del racimo por aquello de las bombas racimo).
Mientras tanto se van por el desagüe la cultura, la sanidad pública, la enseñanza, el poder adquisitivo de funcionarios y pensionistas, los derechos laborales conquistados en siglos y esto aparentemente con el beneplácito soterrado de los sindicatos, y de paso se incrementa el IRPF para pagar deudas que nosotros no hemos contraído.
Uno, a estas alturas de la película, le parece meridianamente claro que entre las medidas tomadas y las que están por llegar se van a colar descaradamente, día tras día, retrocesos en derechos sociales y una agenda política que nada tiene que ver con la austeridad y si bastante con la ideología. ¡Ojala nos equivoquemos!
Mientras tanto uno piensa que del engaño vamos hacia la depresión colectiva pasando por la decepción.
Yo rotundamente me niego a recorrer ese camino y por eso denunciaremos cuantas veces sea necesario el chantaje democrático se apoye en la columna que se apoye, sea en la columna del engaño, en la de la falta de información, o en la que sea.
José Luis Ochoa