viernes, 1 de marzo de 2013

REFORMA Y DEMOCRACCIA MUNICIPAL


REFORMA Y DEMOCRACIA MUNICIPAL

Tal vez la peor de las actitudes de la persona humana es la indiferencia y el asumir  que no se puede hacer nada para que las cosas cambien. Igualmente pensar que las cosas ya se arreglaran sin falta de que actuemos, simplemente dejando pasar el tiempo, es extremadamente peligroso. Sin embargo en este momento en que vivimos es posible que lo que más está deteriorando el camino por el que ha de transitar nuestro avance, el progreso y la mejoría evolutiva de la sociedad sea dejar que nos engañen por no analizar mínimamente aquello que nos dicen dándolo por bueno a las primeras de cambio.

Evidentemente nos encontramos en una sociedad que día tras día nos está embadurnando y ahogando en el lodazal de la mentira, de las trampas, del fraude, y del obscurantismo en el que habitualmente está sumido el quehacer de la política democrática. Nos están metiendo en este lodazal y, como quien no quiere la cosa, este fango nos está llegando a la altura de nuestras fosas nasales y nos está impidiendo ya prácticamente respirar esperanza.

Mientras tanto, entre los turbios asuntos de los Bárcenas, los Urdangarin, las CAN, descafeinados y obscuros debates de la nación, etc. etc. nos están colando unos cambios de legislación municipal que, disfrazados con argumentos falaces de efectividad, nos van a llevar a la anulación de la democracia municipal. Nos referimos a la reforma de la Administración Local. Concretamente al anteproyecto de Ley para la racionalización y sostenibilidad de la Administración Local que ha elaborado el Gobierno Central (también aquí en esta Navarra nuestra están intentando hacer algunos pinitos en este sentido). Pues bien, a parte de las posibles invasiones del régimen competencial que esta tierra nuestra tiene en esta materia de Administración Local, nos parece que esto es sencillamente un atraco a la democracia municipal y que nos lo quieren vender como la panacea para el buen funcionamiento de nuestros ayuntamientos.

Aquí lo que hace falta es una democracia que se pueda tocar más. Una democracia que se palpe en el día a día y eso ha de verse  fundamentalmente en aquello que tenemos más cerca, en la administración que más directamente influye en nuestro quehacer diario por tenerla más próxima y esta, hoy por hoy, es la administración municipal. Decir ahora mismo que con la nueva ley de administración local, suponiendo que sea cierto, que 55.000 concejales de todo el Estado, más o menos el 82% de los existentes, no podrán cobrar por ejercer es vender humo. Esto no hace que los ayuntamientos sean más democráticos. Yo no sé si dentro de esos 55.000 estamos metidos todos esos concejales que no cobramos ni un euro o que si en un momento determinado cobramos alguna dieta no es suficiente ni para los gastos de gasolina. No digamos nada del tiempo que toda esa multitud de concejales, fundamentalmente rurales, invierten, en trabajar por mejorar las cosas de sus municipios. Uno entiende que ahora mismo en la mayoría de los casos el ser, estar y hacer en la vida municipal es cuestión de vocación y así se asume. Nos parece de entrada que ese proyecto de nueva ley de administración municipal es centralista y pretende recortar la autonomía local. Nos parece que es un caminar en contra de lo necesario.

Que hay que racionalizar los servicios en muchos casos es evidente. Que hay que intentar evitar la duplicidad de los servicios pues también. Pero mucho nos tememos que detrás de esa racionalización de los servicios para ahorrar se esconde un claro intento de privatizar los servicios. En general el problema no está en lo que cobran los miles de alcaldes y concejales de nuestros pueblos que, salvo excepciones, no cubren ni sus gastos. Más bien el problema estará en todos esos diputados de autonomías, parlamentos y mini parlamentos que en más de una ocasión no hacen ni calentar el culo de las sillas que en los hemiciclos tienen asignadas, sencillamente porque ni aparecen en  las sesiones y cobran unos más que suculentos sueldos, dietas y demás. Eso suponiendo que no estén pringaos con el barro de la corrupción.

Por supuesto que hay que mejorar la Administración local pero hay que hacerlo en la línea de limitar el poder de los alcaldes para dárselo al pleno de los ayuntamientos y por tanto sin quitárselo al conjunto de quienes han sido elegidos por los ciudadanos. Hay que hacerlo cambiando la legislación electoral de modo y manera que sea imposible que un solo grupo, agrupación electoral ó partido político pueda gestionar un municipio sin una mayoría de votos electorales a golpe de resoluciones de alcaldía muchas veces cobijados en el obscurantismo más descarado. Hay que hacerlo en la dirección de impedir que quien presentado a unas elecciones y habiendo sido elegido dejando de acudir a los plenos sin justificación alguna  pueda seguir ejerciendo como concejal. Hay que hacerlo en el sentido de impedir que un ayuntamiento pueda tener asesores de todo tipo, al margen del número de habitantes del municipio, realizando en muchos casos -cuando realizan- funciones que puede realizarlas perfectamente el funcionario/a ó el secretario/a de turno que para eso están perfectamente preparados y en caso de duda tiene organismos establecidos a nivel autonómico donde recurrir sin que le cueste un euro de más al ciudadano contribuyente. Hay que hacerlo en la dirección de obligar a cuantos rigen nuestros ayuntamientos a una transparencia total basada en la información constante a los ciudadanos.

Si miramos a Europa efectivamente vemos que muchos de los países con estados de bienestar desarrollados han llevado a cabo procesos de fusión hace bastante tiempo para poder prestar servicios de una forma más eficiente consiguiendo en muchos casos que los ciudadanos de municipios pequeños tengan acceso a más servicios. Pero esto deberá hacerse en el plano de aunar esfuerzos para mejorar servicios y de paso hacer una gestión menos corrupta debilitando el caciquismo local y sin menoscabar la democracia municipal y participativa.

Por tanto sí a la formación ordenada de entes intermunicipales de gestión no sobredimensionados con el objetivo de conseguir más eficacia. Sí a las agrupaciones de servicios administrativos de municipios que garanticen entre otras cosas un control financiero. Pero bajo ningún concepto disminución de la democracia municipal. No sería bueno el mantenimiento de las dinámicas actuales de funcionamiento municipal donde con frecuencia se ningunea a una gran parte de los componentes de los ayuntamientos que han sido democráticamente elegidos por la ciudadanía.

Reformas sí, pero con la finalidad de ensanchar la democracia municipal.

José Luis Ochoa