sábado, 2 de julio de 2011

DEMOCRACIA Y REFERENDUM

DEMOCRACIA Y REFERENDUM
Me comprometía conmigo mismo en mi última entrada a exponer algunas ideas sobre el papel en la democracia del referéndum y, dejando de lado otros temas de interés y de rabiosa actualidad durante estos días, voy a hacerlo en estas líneas.
Hay dos cosas claras desde mi punto de vista: a los políticos de pacotilla parece como si les saliese una especie de salpullido cada vez que de una u otra manera y en uno u otro foro se hace referencia a la necesidad de consultar a la ciudadanía como si en democracia no existiese otra consulta popular válida que la que tiene lugar cada cuatro años en las elecciones. Y por otra parte cuando se produce alguna consulta popular - muchas veces forzados por una situación insostenible y buscando mantenerse en el poder dándole una capa de barniz democrático a su manera de gobernar en el día a día- son verdaderos genios en manipular los resultados o cuando menos en la manera que nos los cuentan. Sin ir más lejos, apoyando esto último, leemos hoy en la prensa que el 98% de los votantes de Marruecos han respaldado las reformas de Mohamed VI. No dudamos en que eso sea cierto, pero la realidad de la comunicación, teniendo en cuenta que la participación ha sido del 72%, sin duda ninguna una muy alta participación al margen de los métodos del lugar utilizados para conseguirla, entendemos debería ser otra. Sencillamente se debería decir que de cada 100 marroquíes con derecho al voto 70 han apoyado la reformas. De los otros 30 restantes nada se sabe, pero lo que está claro es que no la han apoyado con su voto.
Y qué decir cuando en las movilizaciones de turno, léase 15M, plaza Sintagma de Grecia, etc. etc. se da una cifra de  participantes e inmediatamente sale el político de turno y se queda tan ancho diciendo que sí, pero que qué es eso en comparación con los millones de personas que han emitido su voto en las últimas elecciones. ¿Acaso hay que presuponer, de manera matemática, que quien no está físicamente presente en la movilización del momento no comparte todas o algunas de las propuestas y las reivindicaciones de los allí presentes?. Pues esa conclusión sencillamente no es correcta. ¿Acaso en más democrático sacar adelante el plan de austeridad de Grecia con un escaso margen de votos en su parlamento gracias al apoyo de 155 parlamentarios – que si, elegidos democráticamente – pero que seguramente no van a ser los que más van a sufrir durante décadas las consecuencias del mencionado plan de austeridad?. Dicho sea de paso, estoy de acuerdo con el articulista de hoy en El País cuando dice que "la tragedia griega continua". ¿Y los portugueses?. A estos lo tenemos juntito a nosotros por proximidad geográfica y por la pasta que han invertido los bancos españoles en ese otro pedazo de la península Ibérica. ¿Acaso quienes han ganado recientemente las elecciones en el país vecino les propusieron a los ciudadanos portugueses en su programa electoral que, por el artículo 33, iban a ver reducida, vía impuestos, la mitad de sus pagas extras? ¿Y si nos hiciesen a nosotros lo mismo nuestros políticos?.
Siempre he defendido que en todos estamentos de gobernación, estados, autonomías, ayuntamientos, etc. hay temas que por su importancia, implicación e incluso desacuerdo entre los gobernados requieren, es necesario, sean sometidos a la opinión y refrendo en un sentido u otro por parte de los ciudadanos. Máxime cuando estos temas nunca los ha votado el ciudadano por no estar incluidos explícitamente en los programas electorales.
Pero, ¿cuál es el motivo por el que nuestros prolijos gobernantes no recurren habitualmente al referéndum, a la consulta popular e incluso, como digo más arriba, tan solo nombrarlo le sale salpullido?. Sencillamente el miedo a la democracia auténtica. El miedo a constatar que lo que piensa el pueblo es completamente diferente a lo que piensan ellos. Claro y luego aquello de “cuando las barbas de vecino veas pelar…”.
Islandia decidió, en dos referéndums, por el 93 % y el 60 % de los votos respectivamente, que la deuda de los bancos islandeses con las aseguradoras holandesas e inglesas no la pagaría el pueblo islandés, sino los que la habían contraído irresponsablemente, sin consultarlo antes a la población.
Los italianos hace poco sometieron a referéndum la energía nuclear, la privatización del agua y la impunidad de los cargos electos que hasta ahora podían no presentarse a declarar a los juicios con excusas de agendas de gobierno. Berlusconi les había recomendado que se fueran a la playa y hasta se pasaron noticias falsas diciendo que iba a ser un día de sol para que la gente no fuera a votar, pues se necesitaba el 50% del padrón. Fue a votar el 57 %, de los cuales el 95 % votaron lo que el gobierno no quería.
En Eslovenia, el parlamento había aprobado una reforma laboral y la presión popular logró la convocatoria a un referéndum. Luego, como resultado del referéndum, rechazaron esa reforma con más del 80 % de los votos. Ahora están por votar la reforma de las pensiones. Parecido a nuestros lares, claro….

Pues eso, que cuando se somete a referéndum algunos temas lo que decide el ciudadano no suele ser lo que quieren quienes les gobiernan. Y esto es lo que les produce pavor a quienes ejercitan su acción de gobierno cada día más alejados de la calle, de las auténticas necesidades de los ciudadanos.

Es cierto, como dijo el presidente del gobierno en el debate del estado de la nación "La democracia no es culpable de la crisis". ¿Cómo va a serlo, si esta no existe o está bajo mínimos?.
“El descrédito de la política y las quejas asiduas sobre la corrupción de la vida democrática no pueden dejar indiferentes a las conciencias progresistas”, reza la primera línea del manifiesto de la plataforma política de artistas e intelectuales que se está conformando estos días. Es irrenunciable empezar a construir alternativas. La reinvención de la democracia en nuestra sociedad debe  renovar personas, discursos y sobre todo, métodos, con el fin de salir de esta especie de  callejón sin salida a la que nos conduce el miedo a la democracia, el miedo al referéndum, el miedo a la consulta popular, sea cual sea el nivel de gobernabilidad en que nos encontremos”.
Hay que repensar Europa, nuestros modelos de vida, nuestros modelos de consumo, decía el otro día, creo que era Gabilondo refiriéndose a la situación Griega y sus consecuencias. Yo pienso que hay que rehacer la democracia y para ello es necesario perderle el miedo al referéndum, a la consulta popular y hacer de ello instrumento frecuente de ensanchamiento de la democracia.
El referéndum, cuando se necesite o se demande, debe ser el soporte necesario para la auténtica democracia.
José Luis Ochoa