viernes, 3 de febrero de 2012

A CAMBIAR OTRA VEZ

A CAMBIAR OTRA VEZ
Últimamente cada vez que me dispongo a reflexionar en voz alta y a derramar mis opiniones en un par de cuartillas electrónicas para anclarlas en mi blog, tengo que detenerme un momento,  priorizar y elegir aquello sobre lo que quiero opinar. Son tantos los temas acerca de los que uno tiene ganas de decir lo que piensa que o priorizamos o tendríamos que estar todo el día martilleando las teclas del ordenador.
Si, por que además de la crisis en general, del déficit en todas sus facetas, de los recortes que visto lo visto van en aumento a pesar de que con ellos está claro que no estamos solucionando nada  -Navarra ya ha superado el techo de parados con 50.149 según las últimas cifras con el pacto de UPN y PSN sobre recortes- , del congreso del PSOE para repartirse el poder dentro del partido, de la enésima reforma laboral, de prometer lo que saben que no van a poder cumplir, etc. etc. , en Oriente Medio no llega la democracia, se siguen matando por el futbol o por lo que sea, y en el cono de África se siguen muriendo de hambre. Sí, sí, de hambre porque no tienen nada que comer mientras los países ricos expolian sus riquezas. Esto aunque la ONU declare finiquitado oficialmente el periodo de hambruna en cualquier momento, que lo hará.
Pues bien, en este juego de priorizar, hoy me voy a detener en el tema de la enseñanza. Este es un asunto que por distintas razones, pero fundamentalmente porque uno piensa que es en la enseñanza donde de manera muy importante y definitoria se juega la batalla de la democracia, de la injusticia y de la justicia, del futuro de las sociedades y por tanto de los ciudadanos, cada vez que veo algo referente a ella, referente a la enseñanza, lo miro con especial detenimiento e interés. Efectivamente uno piensa que es en las escuelas y en los colegios donde de manera clave se juega el futuro democrático de un país. Y si alguno no lo cree así, que vuelva la vista atrás y si tiene algunas años acumulados ya en sus alforjas, que recuerde qué y cómo nos enseñaban cuando todavía vestíamos pantalones cortos. Y ahora que la perspectiva de haber consumido unos cuantos años nos permite hacer un análisis más preñado de objetividad sobre  aquellas enseñanzas, sobre aquellos contenidos, nos damos cuenta de la importancia que todo aquello tuvo para nuestra forma de pensar en un sentido o en otro.
Vaya, de entrada, mi manifestación  de  oposición rotunda al hecho de que aquí a ministro de educación nuevo, nueva ley de educación que te endiño. No hay ministro de educación que se precie en este país que apenas coloque sus posaderas en la correspondiente poltrona no se saque de la chistera una reforma del sistema educativo de mayor o menor calado, aunque de una u otra manera intenten hacernos comulgar con que es un ajuste lógico y lejos de todo planteamiento ideológico.
El otro día se despacho el ministro de educación señor Wert anunciando reformas rápidas y uno piensa que los sectores educativos de la enseñanza pública al escuchar al ministro se echarían a temblar. Se echarían a temblar pues al discurso del ministro, desde mi punto de vista un tanto demoledor, habrá que sumar lo que está ocurriendo en las Comunidades gobernadas por el PP. Según el ministro la base fundamental sobre la que el Partido Popular asienta la necesidad de esta reforma es “la mejora de la calidad educativa”, pero uno sospecha que la propuesta, que está por desgranarse, no busca las causas de los problemas existentes para establecer soluciones. “Tenemos que reformar el sistema” afirman, pero no dicen porqué y para qué.
De momento no se trata de una ley de educación nueva. Pero sí se trata de unos cambios de hondo calado ideológico e incluso democrático. Se trata lisa y llanamente, entre otras cosas, de cargarse la asignatura de educación para la ciudadanía. Una asignatura donde, según tenemos entendido, se discutía y de una u otra manera se formaba a los alumnos en valores tan importantes como tolerancia, solidaridad, etc. A partir de ahora, según parece, será sustituida por una asignatura con un contenido de conocimiento de la constitución etc. y que, tal y como ha afirmado el ministro, se hace con la finalidad de buscar unos contenidos de menor carga ideológica. Pero, vamos a ver, ¿desde cuando hablar, dialogar, educar en la tolerancia y en la solidaridad por tener carga ideológica es malo? Claro que para los que han promovido esta crisis, que esta abrasando en las llamas de la desesperación a gran parte de la ciudadanía, eso de la solidaridad no solamente les suena a chino, sino que además quieren que desaparezca del vocabulario al uso.
Soy consciente que alguien puede pensar que es perfectamente democrático que llegue un ministro y si no le convence lo que hay lo cambie pues para eso lo han elegido. Bueno, no siempre es así, pues si no ha dicho qué es lo que iba a hacer antes de ser elegido lo han podido elegir por otros motivos pero no por ese y por tanto no para que haga eso. Por tanto uno cree que esa afirmación tiene su truquillo.
Nosotros pensamos que no es menos democrático, ni mucho menos, el consenso, el dialogo y dejar así de marear al personal. Dejar de marear a estudiantes, profesores, padres, etc. cada cuatro años. ¿Tanto cuesta que se pongan de acuerdo los partidos políticos en temas como estos, tan elementales para cualquier demócrata? Por lo visto sí. En el fondo uno sigue pensando que estos cambios los hacen por motivos ideológicos aunque se nos pretenda hacer creer lo contrario.
Democracia es gobierno del pueblo para el pueblo. No nos equivoquemos. Democracia no es gobierno del pueblo contra el pueblo. Democracia no es el gobierno del pueblo mareando al pueblo innecesariamente. Por eso, a veces, uno piensa que a lo sumo esto es un simulacro de democracia por no definirlo de otra manera. Por eso cuando vemos estas formas de actuar insistimos constantemente en que nos equivocamos si pensamos que con votar cada cuatro años ya “hemos cumplido” como demócratas. Hay que analizar lo que hacen, los motivos por los que lo hacen y opinar sobre ello.
Por otra parte reducir un curso la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y aumentar un año el bachillerato parece ser que es una de las líneas maestras de la reforma educativa de este gobierno. Pues bien, si esta reducción de un año en la ESO se confirma, esto quiebra el derecho fundamental a la educación obligatoria y gratuita.
Igualmente parece claro que se está intentando adecuar la enseñanza a las exigencias de la demanda del mercado. Como consecuencia, mientras por una parte un sector minoritario de los ciudadanos recibirá una formación que podríamos definir como  elitista y que cubriría las necesidades de personal altamente cualificado de la estructura productiva, por otra, inexorablemente, se va a aumentar la cantidad de ciudadanos con bajo nivel de cualificación (aquellos que no van a acceder al bachillerato) y que el mercado estará esperando con los brazos abiertos. Claro que sueldos, beneficios, estado de bienestar, beneficios sociales, etc. para esta gran masa de ciudadanos en rápido e imparable deteriodo.
En fin, que una vez más el pagano el ciudadano de a pie, el rompezapatos que digo yo. Que lo que puede pasar desapercibido por entender que una reforma más en la educación es entendible por el simple cambio de gobierno, tiene, desde nuestro punto de vista un calado mucho mayor y unas consecuencias democráticas de primer nivel. De momento a cambiar otra vez tocan.
José Luis Ochoa
PD. Acabo de escuchar que UPN lo que propone es, lisa y llanamente, cargarse la educación para la ciudadanía y que ese tiempo se invierta en más matemáticas y más lenguaje, etc. Se les ve venir.  Esto me reafirma más en lo que acabo de manifestar en esta entrada.