¿HACIA DONDE VAMOS?
Cuando, -ya pronto hará un año-, decidí abrir este blog estaba claro que uno vislumbraba los riesgos que comenzaban a cernirse sobre la deficiente democracia instalada, con grandes esfuerzos de mucha gente, en esta sociedad en la que nos ha tocado vivir.
En los últimos meses está siendo clave y frecuente el debate en torno a la calidad de nuestro sistema democrático. Poner en claro cómo los ciudadanos percibimos la utilidad de las instituciones que la representan y cómo la tratan – en muchos casos descaradamente la maltratan- con su actuar en el día a día, es preocupación bastante generalizada en estos momentos. Últimamente es frecuente leer a columnistas que definen como “Gobierno abierto” a la doctrina política que sostiene que los temas de gobierno y administración pública deben ser abiertos a todos los niveles posibles en cuanto a transparencia. Evidentemente de esa doctrina participamos y pensamos que esta debe ir unida a la creación de espacios permanentes de participación y colaboración ciudadana. Debe ir unida a sistemas de comunicación con la ciudadanía constantes, objetivos, participativos y que, al mismo tiempo que sirvan para ensanchar la democracia, constituyan un freno importante para los desmanes del quehacer político.
Pues bien hasta ahora teníamos asumidas varias cosas, aunque las hayamos criticado constantemente tanto en los fondos como en las formas. Teníamos asumido que la reducción del déficit público había sido sacralizada ya por el PP y el PSOE con la reforma constitucional del pasado agosto. Teníamos asumido que los recortes y ajustes drásticos no generan empleo ni dan valor a la economía y hemos defendido la necesidad de ideas innovadoras y la necesidad de tomar medidas encaminadas a hacer circular el dinero vía préstamos, inversión pública, etc.
Igualmente tenemos asumido que la nueva reforma laboral promovida por el partido del gobierno y aplaudida en esta tierra nuestra por quienes nos gobiernan, es decir, UPN y PSN, tampoco generará empleo. De hecho, de las 52 reformas laborales que se han hecho al estatuto de los Trabajadores desde el año 1980 en este país, ni una sola ha creado empleo. Más, la actual, hasta los propios hacedores de la misma admiten que lo de la creación de empleo va para largo, al mismo tiempo que se instalan en el manido discurso de que la culpa es de los otros, de que la culpa es de la herencia recibida. ¿Hasta cuando este discurso? Dicho sea de paso, prometieron que no hablarían de la herencia recibida y que se dedicarían a gobernar y a sacar este país adelante. ¿A partir de cuando un gobierno es responsable de lo que hace, legisla y por tanto de los resultados que estas normas y leyes generan? ¿Acaso cuando deja el gobierno?
Da la sensación de que están perdidos y de que ni tienen ni tuvieron ningún plan económico y de que engañaron de alguna manera a quienes les votaron de la misma manera que están comenzando a engañar a Bruselas y lo de poner en limpio los presupuestos del 2012 nada de nada hasta que no pasen las elecciones en Andalucía. Ya lo preveíamos hace tiempo que lo harían. Hablando de tiempo también parece que el ayuntamiento de mi pueblo todavía no ha tenido tiempo de preparar los presupuestos de este año 2012 y por tanto, según resolución de alcaldía visionada en el pasado pleno ordinario, quedaron prorrogados.
Pues bien, que asumimos estas y muchas cosas más como hechos reales aunque las critiquemos con rotundidad. Pero lo que nos resulta verdaderamente preocupante, por considerar que se está traspasando las líneas rojas del deterioro democrático, es lo acontecido recientemente.
Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo con la sentencia contra el juez Garzón por las irregularidades cometidas en la instrucción de un juicio de chorizos, pero, como demócratas, en lo que nunca podremos estar de acuerdo es en que el consejo general del poder judicial y los ministros del gobierno se dediquen a reñir a los ciudadanos porque sus comentarios son intolerables cuando opinan y manifiestan su desacuerdo con la sentencia. Los ciudadanos tenemos todo el derecho del mundo a opinar sobre esto y sobre lo que nos dé la gana siempre y cuando lo hagamos dentro de la legalidad. Tenemos derecho a la interpretación de las cosas. Derecho que emana del mismo lugar de donde emana el derecho de ellos a opinar en sentido contrario. No es más importante el derecho de unos que el de otros por mucho que unos seamos ciudadanos de a pie y otros ocupen altas instancias de la administración del país. La democracia debe residir en el poder y si no es así sencillamente no nos sirven para el quehacer democrático.
Nos parece pues muy grave traspasar las líneas rojas de la libertad de expresión, desde nuestro punto de vista democrático.
Por eso uno se pregunta: ¿hacia dónde vamos? ¿A mirarnos en el espejo de Grecia, cuna indiscutible de la democracia y actualmente masacrada, sentenciada a muerte y expoliada por la cerrazón de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional)?
Sin duda ninguna espejo demasiado quebrado para mirarnos. Sera objetivo de nuestros comentarios próximamente.
José Luis Ochoa