EL IBI, EL IVA Y LA MALA UVA
Es evidente que no es fácil enfrentar el actual panorama cuasi monolítico de los medios de comunicación con su clara homogeneidad en los contenidos y en sus insistencias. Mientras uno a veces duda si es posible y si sabemos cambiar los gobernantes, día tras día observamos que continuamos con gobiernos que se rinden no solo ante el mercado si no que también a otros poderes y dejan a estos el control de la información y el periodismo.
Por otra parte generaciones y generaciones de hombres y mujeres han luchado en la historia de la humanidad por cambiar situaciones complicadas y en ocasiones lo han conseguido. Este hecho histórico nos debe bastar pues, para apostar por seguir aportando nuestro granito de arena manifestando nuestra opinión sobre temas que en cantidad de ocasiones apenas merecen un comentario en los grandes medios de comunicación controlados y vigilados.
La semana pasada, la Comisión Europea confirmo lo que todo el mundo sospechaba. Las economías bajo su control no crecen. Recesión, oficial o no, está ya presente y asumida como inexorable devenir inmediato y tal vez la única duda al respecto es qué magnitud tendrá la depresión.
Ayer conocíamos que la cifra del paro ha subido un 2,4% con lo que se sitúa en la cifra record en este país de 4,7 millones. Y lo que es más dramático y desesperanzador es que el gobierno da por hecho que en lo que queda de año crecerá entre seiscientos o setecientos mil parados más. A modo de paréntesis yo con frecuencia me pregunto ¿qué nivel de frustración deben sentir aquellos ciudadanos que apoyaron hace cuatro días opciones políticas que prometían crear hasta tres millones de puestos de trabajo - sí, sí, el que aparece hoy fotografiado en la prensa reposando sentado en la plataforma de un camión twiteando no sé con quién mientras esperaba que acudiesen a socórrele por haberle dejado tirado su medio de transporte, lo dijo en vísperas de las pasadas elecciones- escuchando estos vaticinios tan negros en cuanto al empleo?
Es posible que no estén los ánimos para ciertos mensajes mientras se espera la segunda oleada de recortes, mayor presión fiscal, y la concreción de estos recortes en los presupuestos del Estado para este año horribilis de 2012. Incluso uno observa día a día que algunos ciudadanos no parecen estar dispuestos a movilizarse. Los que tienen trabajo, por el miedo a ser despedidos después de la reforma laboral aprobada o bien porque, dados los recortes, tampoco pueden permitirse el lujo de perder un solo día de sueldo.
Pues bien, empapados hasta los huesos por esta especie de tsunami de despropósitos conformantes de una realidad negra, muy negra, para la mayoría de los ciudadanos rompezapatos que en esta piel de toro somos, vienen los “santos” padres, léase Conferencia Episcopal y se echan las manos a la cabeza ante la posibilidad de que se les exija pagar el IBI en estos momentos. Que si Cáritas se resentiría puesto que parte de ese dinero que tendrían que desembolsar para pagar ese impuesto es el que dedican para sostener la actuación, encomiable muchas veces, dicho sea de paso, de la institución. Miren señores de la sacrosanta, digan en qué lado están en este momento en que el pueblo de a pie se encuentra enfangando en un sinfín de dificultades. El impuesto bienes inmuebles, llamado IBI, lo pagamos sí o sí todos los ciudadanos medianamente honrados y si se les permite no hacerlo a ustedes es simplemente un privilegio como otros que ustedes tienen y que si en una situación normal es inadmisible. En este momento en que nos encontramos es sencillamente una afrenta a la sociedad y de manera especial a la parte de la sociedad más humilde, más deteriorada económicamente. A esa sociedad que ustedes dicen apoyar, ayudar, o como lo quieran decir. A gorrazos, por ser suave, habría que seguirles a todos ustedes. Demuestren, difundan datos económicos, dígannos a los ciudadanos cómo y qué hacen con los millones que reciben de un modo u otro por parte del estado (oficialmente aconfesional), por tanto de todos los que pagamos impuestos, y no sean tan de aquella manera utilizando una institución como Caritas, entiendo que no mal vista de momento por una parte importante de la ciudadanía, para seguir manteniendo sus privilegios.
Esta sociedad, por si todavía no se han enterado los “señores” de la sacrosanta iglesia, aquí y ahora, se está pasando por subidas de impuestos – tras el IVA, ha venido el IRPF y pensamos no será el último- que son de los mayores de nuestra historia democrática. Aquí y ahora estamos inmersos en un deterioro democrático de magnitudes preocupantes. Aquí y ahora estamos asistiendo un día sí y otro también al desmantelamiento de la honestidad en los comportamientos sociales mientras observamos que los implicados en la corrupción hasta las cachas campan a sus anchas. Mientras tanto ustedes guardan silencio y salen a la palestra para poner el grito en el cielo, no sé si el suyo o el de quien, ante la simple posibilidad de que les obliguen a pagar una serie de impuestos como lo paga cualquier ciudadano. Eso sí, con una prensa que apenas airea estas cosas, aunque a una parte importante de esta sociedad nos interese y nos haga ponernos de mala uva.
En fin, que con el IBI, los IVA etc., entre unos y otros se empeñan constantemente en que nos pongamos de mala uva. A pesar de todo, hoy por hoy no estamos por la resignación.
José Luis Ochoa