martes, 27 de marzo de 2012

ELECCIONES Y OTRAS COSAS

ELECCIONES  Y OTRAS COSAS

El falso mito de las dulces derrotas. El 25-M ha sido un balón de oxigeno y un soplo de optimismo para el PSOE. Andalucía ha dicho que quiere ser de izquierdas. Andalucía frena al PP. Cascos reconoce que su partido y el PP están condenados a entenderse. El PP se aferra a la “victoria” histórica de Arenas, que seguirá en el parlamento andaluz pese a que no podrá gobernar. De estos y otros muchos titulares está hoy la prensa llena comentando los resultados de las elecciones autonómicas celebradas ayer en Andalucía y Asturias. Como se suele decir, más de lo mismo. En la noche electoral parece que nadie pierde, que todos ganan. Se da tal manipulación de los datos que efectivamente parece como que apenas aparecen los resultados de una consulta electoral todos han ganado.

Uno piensa que, evidentemente, la política muchas veces es representación teatral y sobre todo el lenguaje de las noches electorales es todo un arte. Esa representación es un puro disimulo que apenas dura unas horas porque la cruda realidad se impone rápidamente el día siguiente.

Pues bien, no es mi intención invertir demasiado tiempo en analizar los resultados electorales que se produjeron ayer tanto en Andalucía como en Asturias. Como digo, los medios de comunicación están hoy llenos de análisis y a ellos hemos podido recurrir los ciudadanos para buscar incluso la coincidencia con nuestra individual manera de interpretar los resultados por parte de cada uno de nosotros. Incluso hemos podido buscar las coincidencias que más nos satisfagan pues análisis y opiniones haberlos hay los y de todos los gustos.

Pero lo que sí es evidente, desde nuestro punto de vista, es que en estas elecciones quien no ha ganado demasiado ha sido la democracia. Sí, se ha dicho y se dirá que la jornada fue ejemplar, que si patatín que si patatán. Pero lo que uno no puede obviar son las evidencias. En Asturias, si quiere gobernar la derecha están condenados a entenderse quienes hace cuatro días no lo quisieron hacer y prefirieron convocar nuevas elecciones con lo que esto supone de paralización de la administración correspondiente, gasto, etc. que termina pagando el ciudadano de a pie. La menor participación en las elecciones tanto en Andalucía como en Asturias, lo disfracen como lo disfracen, lo justifiquen como lo justifiquen, nos cuenten lo que nos cuenten, ha sido un hecho que debería hacer recapacitar a más de uno. Este hecho en un momento de tanta crispación, crisis, etc. no puede atribuirse más que a que los ciudadanos estamos hartos del hacer de los políticos y lo que estamos deseando es que se dediquen a trabajar seria y honestamente por este país, por esta sociedad, de una jodida vez. Es evidente, desde nuestra forma de ver, que si la ley electoral fuese otra, las cosas hubiesen ocurrido de una manera bastante distinta  y por supuesto con menor menoscabo para los intereses de los ciudadanos que somos al final quienes pagamos gastos electorales innecesarios,  ralentizaciones de las administraciones, etc. etc.

Pero claro, nadie dice ni una palabra de reformar la ley electoral. Aquí se quiere que la liga sea cosa de dos, sea cosa de los dos partidos mayoritarios que -con la aquiescencia de los respetables ciudadanos que no han perdido del todo la esperanza y se acercan a las urnas a depositar su voto- se turnen en el poder. Así se reparten la tarta y las prebendas del poder. Ahora mismo las incógnitas a dilucidar en este momento es si gobernará el PSOE o el PP y lo demás parece como si no les importase lo más mínimo.

Mientras tanto a los ciudadanos rompezapatos, pateadores de aceras y  de caminos polvorientos plagados de salteadores del estado de bienestar, nos queda la cruda e inminente realidad de una  huelga general que no sabemos qué nos solucionará pero que seguro sí nos dejará una guerra de cifras de participación, etc. y unos presupuestos perfectamente ubicados para su comunicación el día después que van a venir con tantos y tan duros recortes debajo el brazo que nos van a hacer temblar.

Contra todo esto no nos queda otra que levantarnos día tras día, no caer en la desesperanza y agarrarnos a la verdadera democracia a la cual todos estos patones de políticos  siguen mirando de soslayo una y otra vez.

Elecciones por supuesto pero hay otras cosas de las que hay que hablar y  que hay que cambiar.

José Luis Ochoa