DOS TORTAZOS Y UNA PATADA EN EL TRASERO
Hoy, justamente el primer día del mes sanferminero de este 2012, entra en vigor, con muchas dudas e imprecisiones, el repago de los medicamentos en farmacias. Digo repago pues hace un tiempo me apunte a la utilización preferente de esa expresión para denominar lo que normalmente se ha llamado copago de los medicamentos o aportación de parte del precio de los mismos. Y me gusta más la palabra repago pues uno entiende que quien paga y ha pagado durante años y años sus impuestos, de alguna manera, ya ha pagado los medicamentos que ahora pueda necesitar para cuidar de su salud y por supuesto las pensiones que ahora le recortan. Sí, sí porque yo también opino que la aportación de los pensionistas en el pago del medicamento es una reducción no precisamente encubierta de las pensiones. Es cierto que esta aportación al pago de los medicamentos supone una reducción de pensiones y de sueldos de la mayoría de la ciudadanía pero de manera desigual injusta e injustificada, no suficientemente explicada y que de manera mucho más hiriente afecta a las personas mayores y que por ley de vida son precisamente normalmente las más demandantes y necesitadas de esos servicios. De entrada no van a ser capaces ni de utilizar correctamente la tecnología para no grabar en demasía al ciudadano jubilado y le van a obligar en muchos casos a repagar más que lo que por la norma impuesta le corresponde y ese dinero pagado demás se lo devolverán en el plazo de tres meses según nos comentan. ¿Pero qué jeta, no? Y encima la consejera de turno (consejera de turno que no creemos que pase a los anales de la historia política de esta provincia como gestora modélica de los recursos pensando en la ciudadanía) nos lo vende como algo singular y propio de quienes funcionan de modo ejemplar.
Pues sí, por primera vez en la historia, se obligará a la mayor parte de pensionistas a pagar un 10% del valor de los medicamentos, instalando a los usuarios, principalmente mayores, en un mar de dudas sobre cuánto les va a costar a partir de este momento el medicamento que toman habitualmente y, lo que es más grave, cuánto va a afectar a sus bolsillos en muchos casos con pensiones de subsistencia y que ven mermarse día tras día a pasos agigantados.
Si, a pasos de velocidad de tsunami pues ahora mismo y al mismo tiempo, se anuncia una nueva subida de la luz del 5%. Un impuesto indirecto encubierto que ha crecido el 50% en cinco años. Casi ná. Claro, y la subida del IVA asomando la patita amenazadora por la rendija de la puerta dispuesta a lanzar sus garras sobre los indefensos e incomprensiblemente callados ciudadanos. El IVA que sí o sí van a subir entre el 100 y el 125 por ciento los señores que dicen nos gobiernan como pago del peaje por esos miles de millones de nada que dicen van a prestar a los bancos de este país manirrotos por los desaguisados de unos dirigentes que antes de nada ya han tenido buen cuidado de asegurarse sus esplendisimos retiros demostrando su desfachatez y su falta de escrúpulos. Dirigentes que, digámoslo claro, muchos de ellos deberían estar en la cárcel y a los que tras juicio sumarísimo y democrático deberían haberles retirado esas suculentas pensiones. ¿Qué coño les importa a esos señores el repago?
Y ojo, van a subirnos el IVA (claro, también a los pensionistas) los mimos señores del PP incluido el señor Rajoy que se oponían con dureza a la subida del IVA que aprobó Zapatero. Y desfachatez por desfachatez lo mismo dice ahora el PSOE para rechazar esta subida del IVA del PP.
¿Y la patada en el trasero? Pues muy fácil. ¿Cuántos de aquellos a los que en mayor medida va afectar este repago auparon con sus votos al PP al gobierno? ¿Cuántos de estos si el señor Rajoy les hubiese dicho la que se les avecinaba tal solo apenas medio año después de las elecciones le hubiesen apoyado? Uno piensa que bastantes menos salvo que concluyamos que hemos perdido la capacidad de crítica y decisión de acuerdo a los hechos.
Entre subidas de precios, subidas de impuestos, repagos y demás lindezas estamos asistiendo a la atadura de una gavilla de medidas de involución fiscal y social del estado de bienestar de proporciones gigantescas. Medidas de involución que por su calado en cualquier democracia real y asentada están demandando, como paso previo a su implementación vía ordeno y mando a golpe de decreto ley, ser sometidas a referéndum y opinión de la ciudadanía. Esto es lo menos que se debe exigir en cualquier democracia que se precie.
En fin que como titulaba dos sonoras bófetadas, una con el repago, otra con la subida de los precios y de los impuestos y una patada en el trasero a todos cuantos con su voto hicieron posible la aplastadora victoria del PP hace apenas medio año mal contado.
José Luis Ochoa